Esta entrada va dedicada a todos mis compañeros de la 3ª planta de la residencia en la que vivo. Todos ellos forman parte activa de mi vida: impulsan mi imaginación, me animan a ser creativo, me enseñan nuevos tipos de música...
Si, son unos compañeros geniales. Con ellos he aprendido a ser un cerdo a la hora de la comida; se tiran eructos sin respetar al resto de comensales; como subnormales que son, juegan con la comida, la tiran por el suelo... Luego, para no aburrirse, cogen el postre y lo tiran por los pasillos. No es difícil encontrarse una manzana descuartizada en medio de las escaleras o bollos de pan tirados por los pasillos. Prefiero no mencionar dónde acaban los yogures o los flanes.
Mis compañeros son unos artistas: cantan, decoran, exponen sus obras... Creo que voy a organizar un concierto para que se expresen; eso sí, los que asistan que se traigan toda una verdulería con ellos, porque van a ser necesarios muchos tomates. Respecto al aspecto decorativo, son los encargados de que el interior de los ascensores sea más divertido. Con sus mecheros, queman los botones, el techo... Dentro del ámbito decorativo, quepa mencionar que, dada su visión creativa, los mangos de las puertas de emergencia les parecen horribles, por lo que deciden arrancarlos de cuajo. No quiero ni pensar qué ocurrirá como haya un incendio...
Música; otro elemento que no debo olvidar. Estos indivíduos no conocen el significado del MP3 o de unos cascos para no molestar al resto. En su afán por compartir aficiones, ponen su música a tope, lo cual crea en los pasillos una mezcla pertinente de culturas. La música en los pasillos evoluciona de la siguiente manera: primero se escucha reggaetón; luego pasamos a escuchar rock y, finalmente acabamos con de hip-hop.
Llega la hora de los deportes. Esta residencia, pese a no poseer pistas deportivas, los de la 3ª se empeñan en crearlas ellos mismos. Se han implantado dos nuevos deportes nacionales: el futapol (footapple) y el beisbred (base-bread). Como sus nombres indican, el primero es fútbol, pero en vez de balón usamos manzanas; y el segundo, en vez de bola, usamos bollos de pan.
Psicológicamente, me han ayudado a canalizar mi odio... hacia ellos. Todo el odio que genero va dedicado a ellos. Esos seres que llegan borrachos a las tantas de la mañana, pegando voces y porrazos en las puertas, despertandoal resto de residentes que pedimos un poco de silencio para nuestro descanso.
También se caracterizan por tener una cara dura como las piedras. Como me llevo tan bien con ellos, nunca hemos hablado. Una tarde, hace poco, estando con un amigo hablando en mi habitación, llaman a la puerta. Me levanto y la abro, para encontrarme al Pelos. Va el tío, y con toda su cara dura me pide que le deje un juego. Yo, flipando le digo que no dispongo de tal elemento y él, incluso se atreve a preguntar: "¿de verdad que no lo tienes?". A ver especie de engendro mal parido; si te digo que no lo tengo, es que no lo tengo; y aún si lo tuviese (que era el caso) no te lo dejaría.
Dentro de los compañeros de la 3ª tenemos nuestros personaes ilustres:
El Pelos: es un personaje caracterizado por armar escándalos a las cocineras cuando llega tarde a cenar y se queda sin comida. Su nombre viene dado por su gran parecido con el friki del anuncio del 11811, sólo que esta versión cutre es rubia.
Don Pimpón: es todo lo contrario al famoso personaje. Este indivíduo es llamado por las cocineras "el gordito calvo"; lo han clavado. Tendrá alrededor de 23 años, pero psicologicamente, sigue siendo el gilipollas de siempre; no madura. Su frase favorita es: "¿Cuándo vamos a jugar al Counter?".
El Chungo: era una persona rara, de hábitos extraños. Te evitaba por los pasillos; al acabar de comer dava 20 vueltas por el comedor tras dejarla bandeja; tenía serias broncas con La Loca... En el fondo, me caía bien. Era de la 2ª planta, pero es digno de mencionar.
La Loca: su apodo nos lo dice todo. Estaba grillada. Hablaba sola; gritaba por los pasillos; tenia broncas con El Chungo... Ella también era de la 2ª planta. (Tanto ella como El Chungo, ya no residen aquí).
Otra característica a tener en cuenta en los pasillo de la tercera es que a determinadas horas, si pasas, te aseguras que al final del pasillo verás dragones de colores volando en distintas direcciones. Entras en un mundo de colores psicodélicos; en un remolino de fantasía en el que no distingues realidad de ilusión. Estos efectos vienen producidos por la carga ambiental que hay debido a las emisiones ininterrumpidas de humo exhalado por los porreros. Algunas habitaciones parecen comunas hippies: se llenan de gente y todos a fumar porros en cantidades industriales. Recuerdo que una vez llevé a un compañero a mi habitación para entregarle unas cosas cuando le dije: "ya huele a tabaco de nuevo"; a lo que él me responde: "no, eso es porro". Si, ya me he hecho a su olor de tal manera que cuando está en el ambiente en pocas cantidades me huele a tabaco normal cuando para el resto de la gente es porro potente. No me quiero imaginar cuando ese mismo compañero llegue a respirar el ambiente que yo considero verdaderamente cargado de pestazo a porro.
Esta entrada se está alargando demasiado así que procederé a acabarla en breve. Esto es sólo una pequeña parte de la horrible realidad de la 3ª planta de mi residencia. No le deseo estos compañeros ni a mi peor enemigo. Lo dicho, voy finalizando esto. Un saludo:
.......................Kore