Regresé, aunque no lo parezca. Sí, he tenido esto muy muerto desde hace tiempo, pero no se me ocurría qué poner. Pero ahora que ya estoy aquí, y escribiendo esto, creo que haré una entrada medio en condiciones.
Comenzaré diciendo que el trasladarme de la residencia al piso ha sido un paso agradable. Vale, habré pasado del lujo a la pobreza, pero estoy aprendiendo a valerme por mí mismo en las tareas del hogar (mi parte es fregar los platos y barrer el pasillo). Aunque de vez en cuando, también me hago algo de comer (sobre todo, cuando estoy solo los fines de semana). Mi habitación es algo cutre, pero está pasable. Las sillas "sueltan" tierra (quizá haya un portal interdimensional que una varios mundos y el de mi silla de a un desierto...). Poco más que contar sobre mi cuarto, aparte de que lo estoy decorando para que se vea menos cutre; posters, una estantería (no había), material escolar...
Además de los aspectos físicos que conllevan compartir un piso, dentro de los psicológicos también estoy aprendiendo. Convivir con otras personas con las que no tienes lazos es una experiencia gratificante, sobre todo cuando hay buen rollo y se llevan bien unos con otros. Uno aprende a controlarse. Es extraño, pero mola.
Ahora toca hablar de los vecinos. A lo largo de varias semanas de estancia, algunas expediciones fallidas y usos del ascensor (para subir y bajar, no penséis mal¬¬), hemos descubierto que hay vida en los otros pisos (8º, 2º, 3º, 5º y creo que también el 7º). Predomina la tercera edad en el edificio, pero también hemos podido observar algunos seres de mediana edad e incluso jóvenes; alucinante.
Bueno, voy a ir acabando ya, que mañana tengo viaje. Además, la persiana está pegando latigazos (hace viento) y tengo que atrancarla, lo cual no es fácil. Lo dicho, que me piro. Un saludo Viajeros.