jueves, 25 de febrero de 2010
miércoles, 24 de febrero de 2010
Carnaval...
martes, 23 de febrero de 2010
Y la vida volaba libre al infinito...
Cuando el pequeño petirrojo de cartón buceaba entre soles de medianoche, la buhardilla plateada caía como pompas de jabón sobre la peluda superficie del ojo del ratón. La mariposa feliz de ver que las ardillas miraban con anteojos la voluble cantidad de mirlos mañaneros, surcaba la inmensidad del batido de fresa dentro de la amígdala derecha de su majestad.
Fue entonces, el día 87 de juniembre, el día de todos los todos, cuando la impía avutarda rechoncha correteaba en una ingrávida sensación de embriagadez al chocar sus manos enceradas contra la frígida fresa del diablo. Aire, aire húmedo giraba en torno a la mirada ventral del abejorro mientras la colmena de lentejas subían en tropel hacia las terribles risas de Pablito Un Dos Tres.
Sin más dilación, el reloj marcaba las una con su fina mirada de risas abiertas de mente, que formaban un escándalo barrizado dentro de la grúa amorfa que daba paso al volcán de manila verde. Y cuando llegó al fin la terrible manzana fugaz a la casa de los quesitos azules, el gigante de hierro bajó de su escontdite en el dedal de la abuela para poder al fin regalarle al pollo blanco la entrada al blog que yo escribo.
Fue entonces, el día 87 de juniembre, el día de todos los todos, cuando la impía avutarda rechoncha correteaba en una ingrávida sensación de embriagadez al chocar sus manos enceradas contra la frígida fresa del diablo. Aire, aire húmedo giraba en torno a la mirada ventral del abejorro mientras la colmena de lentejas subían en tropel hacia las terribles risas de Pablito Un Dos Tres.
Sin más dilación, el reloj marcaba las una con su fina mirada de risas abiertas de mente, que formaban un escándalo barrizado dentro de la grúa amorfa que daba paso al volcán de manila verde. Y cuando llegó al fin la terrible manzana fugaz a la casa de los quesitos azules, el gigante de hierro bajó de su escontdite en el dedal de la abuela para poder al fin regalarle al pollo blanco la entrada al blog que yo escribo.
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