martes, 16 de agosto de 2011

Anaranjado



Me siento flotar en mitad de la nada, perdido, idiota. Jugueteo entre mis dedos con un anillo negro azabache, poniéndolo y quitándolo de mi dedo anular. Miro el techo con incertidumbre y me derrumbo en la misteriosa oscuridad de la noche. El agua del mar se mueve gracilmente, deleitándome con su suave melodía acompañada del cantar de algún que otro grillo. Finalmente, caigo rendido en los brazos de Morfeo, olvidando por un tiempo mi tristeza interior.