sábado, 18 de diciembre de 2010

Cabreado


No tengo ganas de ser poeta, de escribir bien ni de tener una expresión exquisita. No recurriré a palabras malsonantes por respeto a los viajeros que me lean, pero estoy de una mala host***.

Mi cabeza está a punto de ser igual que la imagen de arriba, y entonces, caput. Harto, harto de malos rollos, harto de gentuza que no vale ni media peseta, harto de broncas, harto de los mensaje del Facebook, harto de los vecinos que no paran de dar por saco, harto de la subida de la gasolina, harto de la hipocresía, harto de las caídas de inernet, harto de telecutre...

Harto de los capullos que con bellas palabras adornan sus desfachateces y hacen pender de un hilo amistades milenarias. Harto de la desconfianza entre personas íntimamente unidas. Harto de callar, callar, y más callar. Harto del humo que cega tus ojos y no te deja ver cómo son realmente las cosas. Harto de la realidad.


Harto, y cansado. Y ahora, a romper. A destrozar todo lo que me oprime. A liberarme a lo grande. Se acabó la relativa paz que me rodeaba. Quizá gane, quizá pierda, pero ya está bien de tanto mamoneo.



Pfff...


Ahora toca calmarme... ¬¬

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Dormir


Tengo sueño. No se muy bien por qué estoy a estas horas escribiendo esto, pero he me aquí. En breve me entregaré a los brazos de Morfeo, gentil caballero que me guiará hasta sus dominios.

Dormir... Gran placer y profundo terror. Miedo a no despertar y delicia cuando caigo bajo su influjo. Solo, acompañado, en el sofá, en el coche, en la playa bajo un sol abrasador (con posteriores quemaduras y síndrome guiri-cangrejo), en la terraza mirando las estrellas (borrones cuando me quedo frito)... En resumen; mil lugares, todos ellos con su particular encanto (o desencanto), en los que queriendo o sin querer, nos relegamos a esa necesidad, placer, temor o efecto secundario de la vida.

Me retiro pues a mis aposentos.

Buenas noches Viajeros.