Alma Hundida

Cuando al fin comprendí lo evidente, en mi alma se formó una herida difícil de curar. No quería aceptar que Lucía me rechazaba. Lo entendí cuando hoy, en el laboratorio de la facultad, mientras esperábamos al profesor, se unieron determinados sucesos que hicieron que me desmoronase emocionalmente.

Lucía estaba hablando con Eva sobre una obra teatral (Sueños) que fue a ver hace casi un mes. Yo me encontraba junto a ellas cuando Lucía sacó las entradas. Eran dos. Le contó a Eva que se lo pasaron bastante bien (me alegro por ellos). Bueno, el caso es que Eva hacía ciertos comentarios como: "que, ¿de amoríos?" y cosas por el estilo. Lucía respondía a los comentarios con sonrisas pícaras.

Al rato, nos dijo, más bien se lo dijo a Eva, que en la clase siguiente se iba a ir, y Eva, que no puede estar callada, le espetó: "¿te espera en la estación?" (Sin comentarios). Yo, perezoso, no me preparé la clase y decidí irme también. dos compañeros se unieron: Raúl y Jorge.

Cerca de las una menos diez de la tarde, Raúl me dijo: "Fernando, vámonos, que el Bacterio (nuestro profesor, por su gran parecido con el personaje de los cómics de Mortadelo y Filemón) va a llegar y la vamos a joder, porque no podremos irnos.

Momentos después, ya en el exterior, nos fuimos al césped, como tantos otros estudiantes y me puse a pensar sobre lo que había oído de la conversación entre Eva y Lucía. Me jodió bastante; era evidente: mensajitos, risitas, comentarios, ... Lucía tenía pareja y yo, como un gilipollas, seguía insistiendo, sin querer aceptar la cruda realidad. Ya me lo dijo Eva un par de ocasiones: "no seas tonto y dile algo, pero no te atormentes de esa manera porque no merece la pena. Ya vendrán tiempos mejores." Y llevaba toda la razón.

Ahora sólo me queda resignarme al silencio y seguir con mi vida, mi solitaria vida.